MODELO TERAPÉUTICO

MODELO TERAPÉUTICO

En la actualidad existen ya suficientes estudios científicos  que afirman que el hecho de recibir seguridad y protección durante la infancia, proporciona y casi garantiza una óptima salud mental y física en el adulto. Una parentalidad óptima y resiliente supone un apoyo afectivo para los hijos, que a lo largo de su desarrollo les permitirá hacer frente a las dificultades que se encuentren y éstas serán una fuente de crecimiento, siempre y cuando sus padres sean un apoyo adecuado para darles sentido y les preparen para enfrentarlas. La relación entre resiliencia infantil y competencias parentales es más que evidente.

La resiliencia es una capacidad que emerge de las interacciones personales y sociales. Es sobre todo el resultado de nutrientes afectivos, cognitivos, relacionales y éticos que los niños y niñas reciben en su entorno familiar.

Queremos antes de nada, desmitificar y a la vez explicar el concepto de trauma, que es algo que sufrimos todos a lo largo de nuestra vida, en mayor o menor intensidad y con mayor o menor duración, pero sólo escuchar la palabra nos parece que eso es algo mucho más grave de lo que nos ocurrió y que no tiene nada que ver con nosotros. A la mayoría de las personas les sorprendería saber que el 100% de los motivos de consulta tienen que ver con situaciones traumáticas ocurridas con mucha frecuencia en la infancia y sobre todo en la interacción con nuestras figuras de apego o personas significativas: padre, madre, familia, escuela, entorno social o una combinación de varios contextos.

El trauma es definido como aquellos episodios que un porcentaje elevado de la población experimenta a lo largo de su vida, y que quedan fuera de las experiencias vitales y normales, esperadas por el individuo, y que son percibidas como una amenaza para la vida, la integridad física o la cordura.

El trauma que tiene lugar en el seno de la familia normalmente en la infancia y/o adolescencia, llamado “trauma relacional temprano” es el que deja a veces efectos duraderos en las capacidades básicas de la persona como: alteración de la regulación afectiva,  fluctuaciones del estado de ánimo, alteraciones de la conciencia, de la percepción de uno mismo, de las relaciones con los demás con sentimientos de desconfianza intensos y muchos otros síntomas que causan sufrimiento y hacen necesaria una buena intervención psicoterapeútica. En resumen, las áreas que producen disconfort y que pueden llegar a estados de ansiedad o depresión son las siguientes:

  • La regulación afectiva con dificultades para establecer o mantener vínculos y relaciones duraderas.
  • EL control y la modulación de impulsos con la polaridad entre la pasividad y la explosión.
  • La representación que se tiene de uno/a mismo/a, creando grandes lagunas en cuanto a la autoestima y la seguridad de base en las personas.
  • El desarrollo de la empatía y la capacidad de dar y recibir.
  • La construcción de un sentimiento de pertenencia y la capacidad de manejar situaciones emocionalmente difíciles.

El Modelo terapeútico explora e identifica el origen de todos estos síntomas.

Hay dos tipos de vivencias traumáticas:

Evento traumático

Puede ser una agresión en sí misma no sólo física sino emocional (accidente, muerte, pérdida, divorcio, enfermedad grave etc etc), se trata de un hecho exógeno que produce dolor y estrés por su contenido e intensidad y sobrepasa los recursos naturales de la persona, le pone en una situación límite y por eso se trata de un evento traumático.

Proceso traumático

Es un conjunto de eventos traumáticos que se repiten y sobre todo que se mantienen en el tiempo y provocan mucho dolor y estrés, normalmente es producido por personas significativas en el seno familiar y de ahí vienen las dificultades para establecer relaciones y vínculos sanos. Las relaciones que se ven más comprometidas tras los procesos traumáticos en la infancia son las relaciones de pareja y con los hijos, ya que se proyecta en ellos traumas y problemas no resueltos de apego, autoestima, desconfianza etc.

Esto es lo que llamamos “La teoría del doble Vínculo” y es que aquella persona que debe proteger al niño/a es precisamente la que le produce el daño.

Charo Blanco Guerrero

Psicóloga, Terapeuta infantil y Trabajadora Social

Desde siempre tuve claro que desarrollaría un trabajo de tipo asistencial, ya que me tocaban muy de cerca las necesidades de otras personas, y especialmente las dificultades de los niños originadas en el entorno familiar.

Como trabajadora social descubrí que muchos padres carecían de capacidades parentales mínimas que garantizaran un buen desarrollo emocional y cognitivo de sus hijos y que necesitaban de una supervisión y una intervención continuadas. Lamentablemente desde un sistema público de Servicios Sociales es imposible y esto me generaba mucha frustración ya que no disponía de los medios, de los recursos ni de la formación adecuada para sentirme bien  con lo que hacía.

Tras licenciarme en Psicología, dirigí mi formación y experiencia profesional hacia la intervención con familias y menores, adoptados o no, que estuvieran en situación de conflicto. El seguir ampliando mis estudios fue el primer paso de una nueva andadura profesional que me depararía muchas sorpresas, la mayoría muy gratas y algunas de ellas tristes, ¿ por qué no decirlo? Ya que vivimos en un mundo injusto donde el sufrimiento humano es inevitable, pero el sentirme parte de esta rueda ya satisface mis expectativas y mis inquietudes como ser humano y como profesional.

Empezó a interesarme especialmente la atención a niños y adolescentes con trastornos de la vinculación afectiva, ya que tuve la oportunidad de conocer de cerca el daño emocional en ellos, como secuela de situaciones de carencia y/o conflictos. Desde una perspectiva sistémica y entendiendo a los niños como parte del sistema familiar al que pertenecen, el cual a veces les protege y muchas otras veces les daña. De esta manera llegué al mundo de la adopción en el año 1999 y seguí formándome en el área de familia e infancia cursando la formación de Experto Universitario en Mediación y Orientación Familiar.

Por eso decidí especializarme en esta área en Barcelona, en el Instituto de Formación e Investigación-Acción sobre las consecuencias de la Violencia y la Promoción de la Resiliencia (IFIVF) obteniendo el Diplomado de Formación Especializada en psicoterapia infantil sistémica para psicoterapeutas infantiles, desarrollando el “Método de psicoterapia de niños y niñas afectados por traumas, trastornos del apego y del desarrollo, como consecuencia de malos tratos, exposición a violencia conyugal, agresiones sexuales, separaciones conflictivas, abandono y malos tratos antes de la adopción”. Impartido por los profesionales expertos en la intervención con niños: Jorge Barudy Labrín (Neuropsiquiatra infantil y terapeuta familiar) y Maryorie Dantagnan Dantagnan (Licenciada en Psicología y Pedagogía y Psicoterapeuta infantil).

 

la terapia EMDR

(desensibilización y reprocesamiento mediante el movimiento de ojos)

 

Para entender esta técnica debemos saber que las experiencias negativas o traumáticas que tuvieron lugar en el pasado, quedaron almacenadas en nuestra memoria de una forma no adaptativa, no integrada y por eso hay episodios vitales que no se han superado y que siguen causando daño en el presente. Por eso la persona vuelve a revivirlos mediante los recuerdos o mediante el cuerpo y con las mismas emociones como si estuvieran ocurriendo de nuevo. Esta información está guardada de forma disfuncional, por eso si algo nos perturba pensamos en ello con mucha frecuencia y de forma reiterada, soñamos con ello, hablamos de ello y es como revivir lo que pasó. El EMDR permite acceder a los sucesos y a los recuerdos que están sin procesar y que son la causa del malestar y del sufrimiento presentes, y permite su reprocesamiento completa y por tanto la remisión de los síntomas.

Lo que más define a esta técnica es su capacidad de activar una serie de sensaciones, emociones, imágenes y pensamientos no buscados y aparentemente no relacionados junto con el recuerdo original.

EMDR libera algo en la mente de las personas que permite un acceso rápido a recuerdos e imágenes asociadas al pasado.

EMDR permite superar un trauma sin tener que detallarlo y hablar de él, por tanto, no retraumatiza al paciente.

Como dijo el gran psiquiatra Milton Erickson, “…..Una vez que das un puntapié al tronco, el río empezará a fluir”…. Esto es lo que propicia  EMDR.